En un mundo raído por guerras y conflictos de distinta índole, convergen con mayor facilidad las actividades internacionales del crimen organizado, alrededor de la heroína, la cocaína, la metanfetamina y el fentanilo, pero también el oro y otros commodities. El Informe Mundial de Drogas 2024, presentado el pasado 26 de junio por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), junto con el Monitoreo de Cultivos de Coca del Perú, no son ajenos a esta situación. Debemos señalar que se trata de documentos políticos, donde los “financistas” de los Informes (el gobierno de Joe Biden en EE. UU y el de Dina Boluarte en el Perú, respectivamente), definen contenidos y resultados en procesos de consultas con la UNODC.

El trastoque de rutas de trasiego del comercio, como ocurre en el Mar Rojo, la incorporación de nuevos actores económicos y sociedades cada vez más amenazadas por la incertidumbre (desde Ucrania, Medio Oriente hasta Europa Oriental), generan una mayor oferta y demanda de drogas. Es el caso de los espacios tri fronterizos, como el Triángulo de Oro, el Trapecio Amazónico, la Triple Frontera en el Cono Sur y otros similares.

• En 2023, continuó una drástica caída de la producción de opio en Afganistán como consecuencia de la prohibición decretada por los Talibanes (abril 2022) y fue reemplazada por la producción de Myanmar, provocando una crisis agraria en ese país y en las rutas tradicionales de la heroína. En cuanto a la producción de opio, se ha pasado de 7,580 tm en 2022 a 1,990 tm en 2023.

Respecto a la cocaína, estamos en el pico histórico de producción con 2,700 tm de cocaína producidas en la región andina, con 335,000 has de coca sembradas. Desde 2014, se observa una escalada preocupante de producción de cocaína, que no ha podido ser detenida. Aunque no lo dice el Informe Mundial de Drogas, es el mayor fracaso histórico del Desarrollo Alternativo como instrumento de cambio. Ni los campesinos ni los denominados países productores creen en ello.

• No es poca cosa mencionar, aunque el informe lo hace de manera muy suave, que los principales mercados de la cocaína siguen siendo EE. UU., Europa Occidental y Europa Central. Ese no es un asunto menor, pues la mayor demanda en el continente europeo genera una fuerte presión a miles de productores agrarios de la selva alta latinoamericana que tendrán que enfrentar nuevas regulaciones de acceso de los denominados productos alternativos como el café y el cacao (cero deforestaciones).

• La actividad de tráfico marítimo ha recuperado su intensidad, diversificándose entre rutas directas (producción/destino) e indirectas (puertos de distracción), haciendo de Europa un espacio privilegiado, por la vía del Cantábrico, el Mar del Norte y el Mediterráneo, como los principales puntos de ingreso.

• La aparición de nuevas sustancias sintéticas en el mercado ilegal, aunque en un ritmo menor, es un nuevo problema que enfrentan los países que tienen que enfrentar el poliuso de drogas, naturales y sintéticas. La capacidad de innovación se demuestra con la aparición de estimulantes sintéticos como las catinonas que se producen en Asia Central.

• Al parecer, la pandemia ha promovido un nuevo hipo en el uso de drogas en general. El Informe señala que hay 228 millones de usuarios de cannabis, 60 millones de usuarios de opioides, 23 millones de usuarios de cocaína y 20 millones que usan éxtasis.

• En relación con la cocaína, con posterioridad a la pandemia y en términos globales, hay un incremento de las incautaciones de cocaína, así como una mayor pureza y un aumento de las personas tratadas por abuso. El único factor que tiene una tendencia ligera a la baja, a partir de 2022, es el precio.

En conclusión, debemos decir que este reporte está totalmente condicionado a factores de orden geopolítico, poniendo todo el peso de la carga, la culpa y la responsabilidad en el lado de la oferta, especialmente en el caso de los países andinos. Evita señalar el peso de los recursos colocados para enfrentarlo, ni el conjunto de condicionalidades que existen en el escenario internacional, que hacen de la lucha contra las drogas un ejercicio permanente de fracasos y éxitos muy parciales.


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