La Narco Política se tomo el Estado peruano
El dilema no es si somos un narco Estado, que demasiadas pruebas hay de ello. La pregunta es si también la sociedad peruana ha arriado las banderas de la ética, para convivir con todas las formas de economía posible.
Los recientes acontecimientos ocurridos en Lima con el escándalo “Oropeza”, nos hacen recordar la época en la que Montesinos no solamente era saludado y felicitado por el Zar antidrogas de EE.UU Barry Mac Caffrey durante su visita a Lima (1998), sino que en el ínterin, establecía acuerdos comerciales con las principales organizaciones de traficantes colombianas y mexicanas, para proveerlas de droga procedente del Huallaga y del VRAE, ocupados militarmente para vencer a la subversión. Ambos casos, nos muestran la terrible fragilidad y contradicciones del Estado y sociedad peruanas, para aceptar y convivir con el mercado ilegal, la opulencia y la corrupción rampante en calles, puestos de control, comisarías, secretarios de juzgado, oficinas públicas y cuarteles.
Ni las Constituciones de 1979 y 1993, ni el Acuerdo Nacional o siquiera los Pactos Éticos rimbombantemente suscritos por candidatos, han evitado la penetración de la política en todos los niveles de gestión: alcaldías distritales, gobernaciones regionales, autoridades nacionales y líderes políticos. A pesar que el Presidente Humala quiera convencernos de lo contrario, el Perú es el primer productor de PBC del mundo y estamos ad portas de inaugurar un terrible corredor de aprovisionamiento de droga al Brasil.
Digámoslo con todas sus letras. Mientras la gente, congresistas y los líderes se escandalizan, nuestro sistema criminal hace agua: la Policía privatizada y porosa frente a las diversas prebendas que ofrecen mochileros, capos o jóvenes novo ricachones; el Ministerio Público al servicio de la impunidad asociada al partido político más penetrado por el tráfico de drogas y un Poder Judicial que se ahoga entre expedientes y causas perdidas (alimentos, violencia familiar, patrimonio). ¿Qué hacer? ¿Seguimos ensebándonos en esta corrupción generalizada que todo lo permite? La respuesta está en las nuevas generaciones de ciudadanos que deben inmediatamente identificar qué dos partidos políticos han estado o están metidos hasta el tuétano con el narcotráfico peruano y descartarlos de una de la campaña y del voto popular. Es indispensable.